¿Que hice en el pasado?
El autoanálisis laboral de uno mismo suele ser un acto agridulce para la mayorÃa de las personas; hay momentos extraordinarios y otros no tanto.
Esta autocrÃtica y repaso mental de tus habilidades laborales pueden parecerte buenas, regulares y malas. Pero todo esto cambia en el momento en que eres enjuiciado vÃa CV. por un técnico de RRHH de cualquier empresa. el cual solo lée una serie de titulaciones o cargos que posées o has ejercido.
Profesionalidad, actitud y predisposición es algo que nunca se podrá plasmar en un papel, y mucho menos leyendo tus biografÃas en las redes sociales.
Algo que está muy de moda pero que realmente no sirve para nada, las personas en su intimidad fÃsica o virtual tienden a hacer o decir cosas que en un puesto de trabajo nunca harÃan.
Un ejemplo muy elocuente lo tenemos en los cargos públicos de importancia, que cuando créen que los micrófonos están cerrados llegán a decir auténticas burradas de forma coloquial y distendida.
El bautismo laboral.
No tuve que buscar mucho ya que con 16 años iba al taller que mi padre regentaba, un taller de confección textil donde se confeccionaba ropa de punto para hombre y mujer.
Un ofÃcio interesante si lo hubiera cogido con 25 años pero con 16 mi verdadera vocación era el deporte.
Practicaba karate y otras artes marciales desde los 5 años, y tengo que decir que realmente se me daba bién.
Compaginaba los jerseys de punto con las clases que impartÃa en 3 colegios públicos a niños en sus horas extraescolares, asà estuve hasta que el deber patrótico del servicio militar me reclamo.
CorrÃa el año 1988 cuando deje de servir pan a las milicias del ejercito del aire y encontré trabajo en un taller de carrocerÃas para camiones a unos 8 km. de Zaragoza.
Fabricaban cajas para todo tipo de camiones y mi función era el de ayudar al oficial de ensamblaje del producto final a la cabeza tractora.
El trabajo era bastante ameno e interesante, lástima que aquel taller parecÃa mas la cuadra de los caballos de Curro Jiménez, donde el propietario solo veÃa prioritario la producción y no las condiciones de aquella nave frÃa y oscura.
Aprovechando que aprendà ciertas nociones de soldadura un amigo me ofrecio inocorporarme a la empresa donde trabajaba ya que iban excasos de personal.
¿Riquisito mÃnimo? Ganas de trabajar.
Dicho y hecho.
CIMESA que asà se llamaba la empresa está especializada en la fabricación de puertas cortafuegos y de garaje.
Mis ganas de aprender y de ganar un buen sueldo me sirvierón para ganarme la confianza del propietario que me sirvio para que me diera cierta cancha con respeto a los demas compañeros de fabricación.
3 años y medio, es el tiempo que duré en aquella empresa, y digo empresa porque si lo era en todos los aspectos.
Pero no me veÃa el resto de mis dÃas de currante delante de una plegadora 8 horas al dÃa.
Aquellos años estuvieron bien me permitio una libertad económica bastante interesante y tiempo por las tardes para estudiar una FP de primer grado en auxiliar de administración.
"SI" lees bien, doce meses de aprendizaje con un maestro albañil para aprender un ofÃcio, y por la cara.
Algo que ahora ningun joven se plantearÃa y que antes era bastante común en muchos gremios.
A decir verdad, no es que no tuviera ingresos ese año, ya que por las mañanas trabajaba en la contrata municipal de limpieza urbana de la ciudad de Zaragoza.
El sueldo que percibÃa (unas 120.000 pesetas) era lo que me permitÃa ir por la tarde desde el mediodÃa con este maestro albañil que se ofrecio a enseñarme el ofÃcio. Era el año 1991.
Los siguientes años, poco que contar ya que el trabajo no faltaba (excepto un pequeño bache que sufrimos despues de las olimpiadas de Barcelona).
Estabamos en lo que iba a ser el boom inmobiliario nacional, y a parte de trabajar lo que me interesaba era conocer gente del sector. Gente de todas clases, operarios, arquitectos, empresarios.
Me empezaba a preocupar el estado laboral que se sufrÃa en la construcción y en especial el colectivo autónomo.
Aunque la mayorÃa de la gente piensa que el sueldo de entonces era demasiado alto para la poca cualificación del empleado de la construcción, la realidad era bien disitnta.
Para empezar el salario no lo fijaba el propio trabajador como dice la leyenda urbana.
¡ Ojala ! hubiera sido asÃ.
Para seguir la cualificación del trabajador de la construcción en España, era la correcta para empeñar esa labor. Es verdad que la única laguna que se sufrÃa era la formación en materia de prevención de riesgos laborales, y que año a año se iba mejorando con los planes de la fundación laboral, y algún decretazo real.
Y para terminar con el tema salarial,la cantidad de horas y de kilos que levantaba al cabo de un dÃa cualquier trabajador de la obra y a "DESTAJO" era lo suficientemente grande como para comprender esos salarios extratosféricos que se decia que ganabamos.
En el año 2004 me pongo en contacto con la organización UPTA Aragón, con el objetivo de buscar soluciones al precario sistema de trabajo en la que los trabajadores autónomos de Zaragoza tenÃan que lidiar dÃa a dÃa.
Me llevo un año entero de reuniones con los trabajadores alicatadores de la ciudad para concretar que requisitos mÃnimos se debÃan de dar para trabajar de una forma mucho más digna de lo que lo hacÃamos.
Aquello fue una pequeña victoria pero solo pequeña y efÃmera.
Aquella conjugación de sinergias me llevo a editar una revista de tirada mensual, y a nivel nacional e incluso europeo. Me consta que se le enviaba todos los meses a algún que otro eurodiputado de Bruselas nuestra revista.
"CONSTRUIMOS" se llamaba y trataba temas diversos, laborales, jurÃdicos, técnicos.
Pero mi inquietud por el mundo de la empresa y de las relaciones interprofesionales no habÃa hecho mas que comenzar.
​Todas aquellas reuniones lo que consiguieron fue que mi curiosidad por retos más grandes aumentara.
Y en Agosto del año 2005 constituyo la primera cooperativa de trabajo asociado de la ciudad en el sector de la Cosntrucción.
Un modelo de trabajo que en la agricultura es muy normal pero en nuestro sector no tanto.
La experiencia en general fue positiva hasta que llego el estallido de la burbuja inmobiliaria que conocemos todos,
Cuando caimos con todo el equipo me dà y nos dimos cuenta de los errores cometidos al constituir aquella empresa.
¿El primero? que no hay empresa que aguante si en su constitución no hay un capital importante detrás.
¿El segundo? La ley de subcontratación que existe no sirve para nada para las pequeñas pymes como la nuestra ya que la ley concursal de este paÃs favorece siempre al grande.
Del 2008 al 2010 trabajé como jefe de Organización en una pequeña cosntructora aragonesa, que construÃa y rehabilitaba edifÃcios en todo el territorio nacional.
Y ya desde entonces poco más que añadir, colaboraciones sueltas con un diario digital, dar soporte en redes sociales de algún proyecto, cursos de formación y liderazgo......
Hoy por hoy, poniendo cafés y cañas en una cafeterÃa.
De todo se aprende y detrás de una barra se aprende mucho del comportamiento humano, sus virtudes, sus miserias.
Y claro está "con tiempo para escribir este blog"